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MIÉRCOLES DE CENIZA

Mañana miércoles, a las 12:30, en la capilla de la EPS, se celebrará la Santa Misa con bendición e imposición de la ceniza.


Meditación de Cuaresma


Padre P. Cura, CPCR, Capellán del Campus de Montepríncipe

La Cuaresma o la cuarentena, es la cuarentena bíblica. El número 40 tiene un fundamento bíblico a lo largo de la Historia de la Salvación. El diluvio duró 40 días y 40 noches para limpiar y sanear la tierra llena de iniquidad. Las aguas del diluvio son el símbolo de las aguas regeneradoras del Bautismo que dan origen a una vida y una humanidad nueva. Y el Arca de Noé es figura de la Iglesia. (Gn. 7-8) (2P 2,5)

40 x10= 400. Es un múltiplo de de 40. Son los años de la estancia del pueblo de Dios en Egipto (Ex 12, 40) Moisés, el jefe y legislador del pueblo de Israel, permanece 40 días y 40 noches en la cima del monte Sinaí en asidua oración y riguroso ayuno, y recibirá, de manos de Dios las tablas de la Ley en las que esta grabado el Decálogo o los Diez Mandamientos. La travesía del pueblo por el desierto duró 40 años. De nuevo el número 40. El profeta Elías, con la fuerza del alimento que le da Dios, anda 40 días y 40 noches hasta el monte de Dios, el Horeb o Sinaí, que es el monte de la Alianza, en un afán de restablecer la Alianza antigua y salvaguardar la pureza de la fe del pueblo de Israel. (1R 19, 8) Moisés personifica la Ley y Elías el Profetismo o los profetas. Son hitos de la Historia de la Salvación que preparan la venida de Jesucristo, que completará y perfeccionará la Ley, y realizará el cumplimiento cabal de las profecías antiguas. La Ley y los profetas encuentran su plenitud en el Nuevo Mandamiento de la Nueva Alianza: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.” (Mt.5, 17) De estos dos mandamientos (el amor a Dios y al prójimo) penden toda la Ley y los profetas.”(Mt 22, 40)

La Cuaresma cristiana es la cuarentena de Jesucristo. Sus notas características son: la austeridad, el desierto, la subida a la montaña, la oración, el ayuno y la tentación. Se ha visto un paralelismo entre el libro del Éxodo y los Evangelios sinópticos. Jesucristo el nuevo Moisés, cabeza de la Iglesia, nuevo Israel de Dios saca a la nueva humanidad de la esclavitud del pecado, para conducirla a la Tierra Prometida, que es el nuevo reino de Dios, que tiene su inicio en tiempo presente, y que culminará en la vida eterna.

Las tres tentaciones de Jesús (Mt 4, 1-11; Lc 4, 1-13) son como la réplica de las tres tentaciones o pruebas que el pueblo sufrió en su travesía por el desierto (Dt. 8,2-3) Jesucristo replica a cada una de las tentaciones de Satanás citando tres textos del Deuteronomio:

- “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

- “No tentarás al Señor tu Dios.” (Mt 4, 7 – Dt 6, 16)

- “Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto.” (Mt 4, 10 – Dt 6,13)

La manera más eficaz de superar las tentaciones es ejercitarse en la oración, que es lo más propio y específico de la Cuaresma. Si no es posible aumentar el tiempo que le dedicamos, sí la intensidad, la atención, la devoción. Inspirémonos contemplando a Jesucristo orando en el monte. En cualquier momento de nuestra vida es actual y válida la advertencia que Jesucristo hace a sus discípulos en Getsemaní: “Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.”(Mt 26,41)

Otra forma de penitencia cuaresmal es la limosna. No solo en forma de bienes materiales: dinero, comida, vestido… sino también en bienes espirituales: prodigar cuidados y atenciones a los que lo necesitan; capacidad de escucha y de acogida. Consejos saludables… Hay que decir que la caridad de cada uno le moverá a la generosidad y servicio en favor del hermano necesitado, y que la limosna, en todas sus formas no es más que una manera fina y delicada de practicar la caridad para con el prójimo.

Otra manera de vivir la penitencia cuaresmal consistirá en ejercitarse en la práctica del ayuno. Distinguir entre penitencia y templanza. Templanza es abstenerse de lo superfluo y excesivo. Penitencia es privarse de lo necesario. Todo medido por la prudencia y el sabio consejo del confesor o director espiritual. Más que reducir la cantidad (hay que tomar lo necesario) será útil dominarse en la calidad mortificando el sentido del gusto. Hay otras formas de privación fuera del ámbito de los manjares, como son los gustos innecesarios, los caprichos, las distracciones…

La Virgen ha dicho en Fátima que la mejor penitencia es el cumplimiento del deber de estado de cada uno: “el día a día.” El “age quod agis” de los antiguos. El “terrible cotidiano.” San Bernardo dice que Dios no recompensa tanto el verbo cuanto el adverbio. Es decir, no lo que se hace, sino cómo se hace. Evitar arranques de malhumor, impaciencias, palabras airadas… Practicar el apostolado de la sonrisa aun en los momentos duros y difíciles. ¡Cuánto agrada esto al Señor y es fuente de méritos y bendiciones divinas!

Además los mayores hemos de procurar con paciencia ofrecer nuestras edades, achaques y limitaciones como una oblación de humildad al Señor. Y que los jóvenes dediquen sus mejores energías al servicio de los demás, especialmente de los prójimos más próximos que Dios ha colocado a su lado en la vida en el plano familiar y social: familia y amigos, y en el de la docencia prodigando los mejores cuidados a los que les son confiados.

La lista podría extenderse... Cada uno podrá encontrar otras formas de práctica penitencial cuaresmal. Que la revisión de vida propuesta nos ayude a vivir una Cuaresma austera, feliz y santa para poder gozar de la alegría pascual en Jesucristo resucitado y glorioso. Amén.



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