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MARIANO MOLINA EN EL CLUB DE DEBATES

Mariano Molina, arquitecto y profesor de la E.P.S., participó en el debate EL ICONO Y EL ARQUITECTO SUPERSTAR

 

 La producción de iconos arquitectónicos como medio para dar visibilidad a una ciudad, una empresa, una gestión política, etc. no es un fenómeno nuevo, sino probablemente tan antiguo como la propia arquitectura. Lo que sí es distintivo de esta época es, seguramente, la notoriedad que alcanzan, con independencia de su calidad, y la generalización de su uso en las situaciones más heterogéneas. Por otra parte, la proximidad en el tiempo nos permite tener presentes en la memoria no sólo aquellos casos en los que el icono sirvió de detonante y motor para la regeneración de un área, sino también aquellos otros en los que desorbitadas cantidades de dinero han sido invertidas en construir artefactos de dudosa utilidad para la ciudadanía, y absolutamente fuera de escala en relación al emplazamiento y al uso previsto, constituyendo en definitiva un lastre más que un elemento de reactivación económica.

 
Durante el debate, me sorprendió gratamente la conciencia de los alumnos sobre la necesidad del arquitecto de autoimponerse unas restricciones que (especialmente en tiempos de bonanza económica), el promotor del icono no contempla. Aunque no creo que el final de la estrategia por la que cada ciudad trata de significarse (adecuadamente o no) mediante de la construcción de un hito, pueda provenir de la contención del arquitecto. Y de otro lado, siempre habrá situaciones excepcionales que inviten a huir del pragmatismo y el sentido común. Además, la construcción de esos hitos muchas veces sirve para ampliar el repertorio funcional, tipológico, formal y técnico de la arquitectura, constituye ese momento de liberación de toda racionalidad y mesura con el que, con suerte, la arquitectura avanza y se crea un auténtico símbolo para una comunidad.
 
Como decía Roland Barthes refiriéndose a la torre Eiffel, la potencia del icono se deriva de su falta de sentido práctico: “La torre Eiffel es un fenómeno de la naturaleza cuyo significado puede ser cuestionado hasta el infinito, pero cuya existencia es incontestable […] La torre debe escapar a la razón. La primera condición de este vuelo victorioso es que en último término la torre es un monumento sin utilidad”. O en términos parecidos, Peter Blake escribía a propósito del Jefferson Memorial de Saint Louis:  “El Gateway Arch es una de esas cosas que ningún hombre pragmático en su sano juicio pensaría en construir hoy día. ¿Quién, por el amor de Dios, necesita un arco de 630 pies para subir a mirar al otro lado del río? Lo que necesitamos desesperadamente es vivienda asequible, escuelas, cárceles y clínicas. Y necesitamos todas esas cosas mucho más que un gran arco que hoy costaría casi tanto como un B-1 o dos.
 
Verdaderamente. Pero lo que el Gateway Arch de Saarinen ha conseguido es dar nueva energía a un centro urbano al borde del colapso. Gracias a la construcción del arco, se han invertido cientos de millones de dólares en nuevos edificios alrededor del parque que de otra forma no se habrían gastado; y millones de personas han venido a visitar el centro de St Louis que de otra forma no habrían venido. Más aun, se ha dado a la ciudad una nueva identidad simbólica […] Estoy seguro de que había cantidad de gente práctica […] que dejó su huella; pero nadie los escuchó, y nadie recuerda sus nombres. Ni tienen por qué.”
 
Mariano Molina.
 



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