LO MEDIOCRE DE LA SOSTENIBILIDAD
Ignacio Díaz-Maroto Rivas
La palabra ‘sostenibilidad’ perpetúa la confusión sobre los problemas al que se enfrenta el humano. La palabra sugiere que debemos sostener o mantener o incluso limitarnos en nuestro desarrollo.
Para empezar, esto no es compatible con el humano. En realidad, no es compatible ni con lo que sabemos de la vida misma: una evolución neguentrópica del orden de la materia. Un proceso donde información genética muta y compite para sobrevivir, y las iteraciones exitosas son aquellas que dan lugar a la mayor cosecha energética de su ambiente reinvertida en su misma perpetuación. Es decir, la vida está en constante competición. Por mucho que queramos, esto no lo podemos obviar.
La información que nos define a los humanos ha ido evolucionando hasta hacer de nosotros unos depredadores energéticos voraces. Los humanos hemos adquirido una dieta rica en carnes y en energía accesible, esto nos ha permitido desarrollar nuestra inteligencia. Esta inteligencia nos ha permitido expandir nuestros tentáculos con el desarrollo del fuego, de la agricultura y la domesticación de otros animales. Todo esto, siempre en detrimento de la naturaleza. Con el avance de nuestras sociedades hemos alcanzado las reservas de carbono depositado hace millones de años y la manipulación del átomo nos ha permitido acceder a la energía más recóndita de la estructura del universo.
Pero no solo competimos con el resto de especies. El ADN de los humanos es un caldo de cultivo que varía y ha variado igualmente con los enfrentamientos de diferentes pueblos. Recordemos como desde los limites occidentales de Europa hasta al norte de la India llevamos la marca genética, de las conquistas del haplogrupo R1 del cromosoma Y asociado a los pueblos indoeuropeos. Una expansión explosiva que reemplazó a otras poblaciones gracias a su domesticación del caballo. La tecnología es una extensión de nosotros mismos y, siendo conscientes de ello o no, decide nuestro éxito. El mismo acto de cocinar es por un lado una tecnología básica, y por otro lado una digestión externa y es todo parte de nuestra evolución. Frenar nuestro desarrollo trae sus consecuencias. Entre individuos, sociedades o especie.
Por lo tanto, no podemos caer en la falsa premisa de que podemos llegar a un equilibrio con la naturaleza, o que en algún momento lo estuvimos. El único estado estático realizable, por lo que sabemos, es la muerte térmica. El resto es o entropía o negentropía aislada. No hay nada sostenible. Por eso la palabra se queda corta y se puede considerar mediocre.
La palabra parte de una nomenclatura engañosa, pero aún así acumula muchas verdades nuevas o recurrentes: problemas con el cambio climático, las presiones sobre nuestros recursos y ecologías, y el progreso de la sociedad. Para resolver esto, lo importante no es sostener nuestro estilo de vida, sino progresar. Un progreso responsable, pero ante todo, un progreso. Solo mirándolo desde la perspectiva de la ambición podremos afrontar de manera eficaz tanto el trabajo por delante como el éxito que conlleva.