CAMBOYA, una experiencia personal
Ana Pérez Fernández
Cadáveres exquisitos
Impresiones del día de…
Camboya está plagada de lo que he denominado “cádaveres exquisitos”. El término en sí viene del arte, en el año 1925 los surrealistas jugaban a enlazar imágenes o palabras, sin saber el contenido del mensaje anterior, como resultado obtenían una composición denominada
“cadáver exquisito”.
Mi interpretación no está relacionada con el arte, y es casi una traducción literal de las palabras que contiene el término, y desde mi punto de vista un fiel reflejo de la situación actual del país. Desde que llegué he intentado ir observando todo con atención para no perderme ni un solo detalle de este viaje, a mi paso he ido encontrando cosas que no sabía cómo denominarlas, ahora ya tienen un nombre.
Cadáver.
(Del lat. cadāver).
Exquisito, ta.
(Del lat. exquisītus).
1. adj. De singular y extraordinaria calidad, primor o gusto en su especie.
Os pongo un ejemplo: En el cruce de Preah Monivoong Boulevard y Preah Shianouk Boulevard, dos de las calles más importantes y representativas de Phnom Penh hay un cadáver exquisito, “es” un rascacielos de cuarenta plantas de las cuales sólo se han construido treinta más o menos. Todo lo que queda de él es el esqueleto de hormigón enfermo de aluminosis. Hace unos cinco años empezó la obra de lo que sería el edificio insignia de la ciudad, pero como a todas partes del mundo llego la crisis, los promotores coreanos se quedaron sin el apoyo de sus inversores. Ahora a los camboyanos les queda un cadáver en un sitio exquisito.
¿Qué hacer con ello? Nadie lo sabe.
De momento lo que separa el mundo real de ese edificio fantasma es una chapa metálica custodiada por tres camboyanos las 24h del día que cobrarán entre 60 y 100$ al mes.
Cómo ese hay cientos y cientos de ejemplos, cada día puedes ver uno si eres capaz de apreciar algo maravilloso que está muerto, o también algo muerto que se ha convertido en algo maravilloso. Como es el caso de las minas. Sí habéis leído bien, m-i-n-a-s. Parece mentira que de algo tan horrible como las minas anti persona, que tanto daño han hecho y siguen haciendo en este país, sean capaces de hacer con ellas maravillosos anillos y pulseras para venderles a los turistas, eso sería otro “cadáver exquisito”.
Pero mi “cadáver exquisito” por excelencia es el White Building. Testigo de la historia reciente de Phnom Penh, fue abandonado a punto de terminar la construcción motivo de la llegada de los Jemeres Rojos a la capital, tras la caída del régimen fue ocupado por familias que volvían del exilio a la ciudad, hace unos años hubo un incendio que tiño de negro partes de su fachada. Al contemplar ese sitio, el caos que ha soportado, la forma en la que ha sido adaptado, saqueado, incendiado y luego hallado el modo de volverse a levantar, es algo que me resulta casi mágico, es un símbolo de esperanza.